martes, 29 de julio de 2025

EL ACOSO Y DERRIVO DE LAS RESES BRAVAS, por Manuel Gutiérrez Troya

El acoso y derribo de las reses bravas

Manuel Gutiérrez Troya
29/jul/25 
El acoso y derribo de las reses es un ejercicio que nació en la Baja Andalucía, allá entre los siglos XIX y XX, extendiéndose posteriormente a otras zonas de ganaderías bravas de España, principalmente por Salamanca, Centro y Extremadura.

Con anterioridad a los siglos mencionados, no existían demasiadas placitas de tientas en las ganaderías. Los ganaderos y vaqueros, curtidos en la crianza del toro, así como también excelentes aficionados a la equitación, todo ello, le sirvió a la necesidad de probar la bravura de los erales en campo abierto, desembocando más después en el nacimiento de la faena del acoso y derribo.Ahora se ha convertido este sistema en un deporte campero, practicándolo los caballistas indistintamente con ganado bravo o manso, prevaleciendo más con el bravo, dentro de la pura tradición.

Pero sin lugar a duda, el fundamental objetivo del acoso y derribo de antes, era como terminamos de decir, comprobar o determinar la bravura y fuerza del ganado, así como el conocimiento de las querencias y comportamiento del mismo, a lo que se le unió la destreza, monta y pericia del jinete, como también a la perfecta doma del caballo.

En la actualidad, además de su tradicional plaza de tientas, muchas ganaderías poseen terrenos adecuados para esta práctica tan de moda, cuyos terrenos deben de estar situados en una zona espaciosa, llana y despoblada de arboleda. Esta zona amplia, que se le denomina corredero, es como si fuese una parcela rectangular y extensa, de dos a tres kilómetros de larga, que es la superficie adecuada para poder ejercitar dicha labor.

En la referida parcela, concentran al ganado elegido para correr, es aconsejable unos días antes hacer pasear a las reses por el mismo itinerario, para que los animales vayan desarrollando una marcada querencia en el lugar fijado.Prevenido todo ello, en un extremo del corredero se colocan los erales determinados, junto a unos bueyes o cabestros, debidamente arropados por dos o tres vaqueros a caballo. En el otro extremo opuesto se sitúa otra parada de bueyes, vigilados igualmente por otros vaqueros.

Pues bien, el garrochista y el amparador, como así se les denominan, entran en el citado corredero dirigiéndose al grupo del ganado que ya está seleccionado. Apartan de la manada el animal escogido para dar comienzo la faena, el amparador le arrea suavemente para que salga del grupo. 

Una vez que el becerro o becerra quede libre de sus compañeros, le golpea levemente en el lomo con la garrocha, obligándole a correr. El garrochista, que se encuentra preparado con la vara cogida por la mitad y apoyada en su pierna derecha, galopará a una distancia corta y a la derecha de su compañero, el mencionado amparador.

Cuando el animal lleve recorridos aproximadamente unos 800 metros, dando muestras de perder velocidad, los dos caballistas se retrasan, juntándose lo más posible, dejando correr al becerro por delante de ellos, el amparador que porta la garrocha se prepara para la acción, ambos jinetes a la vez, aceleran la marcha hasta llegar a la altura de la res, adelantándose el amparador unos pocos metros para forzar al animal a que gire levemente hacia la derecha, el garrochista baja el palo y le empuja con la puya (muy pequeña) en la solana derecha (parte trasera), protegiendo su compañero la huida, el ejecutor toma más velocidad sin abrirse su cabalgadura, el cual aprovecha ese instante para la “echada” (derribo), cayendo vencido el animal sobre la tierra, mientras los dos caballeros juntan sus estribos, esperando a que el becerro se levante, para llevarlo con sus compañeros ya intervenidos.

martes, 22 de julio de 2025

TOROS CON VERDAD por Fernando Farfán


Actualidad taurina y crónicas de las principales ferias del mundo

Cornamenta

Los cuernos o astas son tejidos epidérmicos que se desarrollan en los lados de la testuz y que se insertan en el hueso frontal. Están constituidos por:
  • La clavija ósea: Es la prolongación del hueso frontal, está hueca.
  • La membrana queratógena o corión: Parte comprendida entre la clavija ósea y el estuche córneo. Es la parte más externa del cuerno y está constituido por tejido conjuntivo.
  • El Estuche Córneo, Vaina o Funda: Constituido por tejido queratinizado, en la zona terminal es macizo y se denomina Pitón.
Partes del Cuerno

Los cuernos, de forma cónica , tienen su super­ficie rugosa en su base o nacimiento y liso en el resto de su superficie. Se pueden dividir en:
  • Base, cepa o mazorca: Es hueca y rugosa. En su superficie se distinguen fácilmente los anillos o rodetes. El número de anillos presentes en la base o cepa se relacionan con los años del animal. Los años del toro se calculan como el número de anillos más dos.
  • Pala o zona intermedia: Es hueca y une la base con la pun­ta o pitón .
  • Punta o pitón: Es maciza y su longitud es aproximadamente el veinte por ciento de la longitud total del cuerno.
Clasificación de los cuernos por su tipología según:

Color
  • Acaramelados: Dotados de un color amarillo oscuro como el caramelo.
  • Blanco: El color es blanco y la punta negra.
  • Negro: El color es negro en toda la longitud del cuerno.
  • Sucio: El color es un sucio indefinido:
  • Verde: El matiz es un verdoso.
Tamaño
  • Cornipequeño: Toro con cuernos pequeños.
  • Bien armado: Toro con cuernos de longitud media.
  • Cornalón: Toro con cuernos muy grandes.
Longitud
  • Cornicorto: Toro con astas cortas.
  • Cornilargo: Toro con astas largas.
  • Descarado de cuerna: Toros con cuernos exageradamente largos.
  • Tuerto o zurdo: Toro que tiene un cuerno más corto que el otro.
Grosor
  • Astifino: Toro de astas delgadas y finas.
  • Astigordo: Toro con cuernos gruesos.
Inserción
  • Cornialto: Toro con cuernos de inserción muy alta.
  • Cornidelantero: Toro con cuernos de inserción adelantada.
  • Cornitrasero: Toro con nacimiento de cuernos más atrás de lo normal.
Dirección de la cornamenta
  • Abierto: Toro con los cuernos muy separados entre sí.
  • Abrochado o brocho: Toro de cornamenta cerrada.
  • Acapachado: Toro con las astas algo caídas y abiertas.
  • Bizco: Cuando un pitón es mas bajo que el otro.
  • Cerrado de pitones: Es el brocho.
  • Cornigacho: Toro con cuernos de inserción baja y caídos.
Por la posición de los pitones
  • Corniapretado: Toro con los cuernos juntos por las puntas.
  • Cornilevantado: Toro con los cuernos dirigidos hacia arriba, pero no tan levantados como en el corniveleto.
  • Cornillano: Toro que tiene los cuernos con apenas vuelta.
  • Cornipaso: Toro con los pitones hacia los lados.
  • Corniveleto: Toro cuyos pitones apuntan hacia arriba.
  • Cornivuelto: Toro con los pitones vueltos hacia atrás.
  • Cubeto: Toro cuyos pitones están próximos entre sí teniendo dificultad para herir.
  • Playero: Toro con astas muy abiertas y muy separadas creciendo rectas hacia fuera.
  • Tocado de pitones: Toro con los cuernos algo levantados por las puntas.
Integridad
  • Astillado: Toro con uno o los dos cuernos astillados en las puntas.
  • Escobillado: Toro con uno o los cuernos en forma de escobilla.
  • Despitorrado: Toro con uno o dos cuernos rotos pero conservando algo de punta.
  • Mocho: Toro al que le falta uno o ambos cuernos.
  • Hormigón: Toro mogón como consecuencia de haber padecido hormiguillo.
  • Mal armado: Toro dotado de cuernos defectuosos.
  • Mogón: Toro con la punta de uno o de los dos cuernos romas sin que se hayan estropeado como en el astillado o escobillado.

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jueves, 17 de julio de 2025

LA GRANDEZA DEL TOREO por Manuel Gutiérrez Troya

La grandeza del toreo radica en su terrible autenticidad. En ella existe un tributo de sangre que todos los toreros están dispuestos a ofrecer, porque en cualquier plaza se muere de verdad”. Que palabras más profundas acabo de escribir, pero esa es la realidad.

La tragedia en un ruedo puede aparecer en cualquier momento. Aunque ello no sea un firme obstáculo para que los toreros dejen de soñar con un animal que tanto aman como es el toro bravo. Sueñan con una lucha de titanes que dura veinte minutos, ninguno de los dos quiere ser vencido en el combate, dejando aunado sus almas en un redondel para siempre.


Como es sabido, en nuestro país, la fiesta de los toros se generó allá por el periodo neolítico, debido a que los pobladores de entonces alababan con rituales la captura y muerte de la fiera brava, y mas posterior para conmemorar fiestas de culto, efemérides relevantes y solemnidades especiales.

En esto estamos de acuerdo, pero la principal materia prima se debe a que existía en nuestra Península grandes rebaños de bueyes engendrados a una raza especial agresiva, fieras que fueron introducidas por los Celtas procedentes de Polonia, donde allí eran abatidos a tiro limpio, después de recorrer Alemania y Francia, se cubijaron en España, lugar donde se encontraban a salvo del exterminio polaco, su mayor parte se establecieron por la zona norte y centro.

También los árabes en tiempos lejanos introdujeron otra clase de toro salvaje, originario del norte de África, acampando en las riberas del río Guadalquivir y llanuras de las provincias de Sevilla, Córdoba y Cádiz que, con el aparejamiento de unos y otros, la reproducción desembocó en el actual toro ibérico, raíz de encastes y ramificaciones de las reses bravas existentes hoy en nuestras dehesas. También este gene ha ido traspasando fronteras a otros lugares del mundo donde son cuidados con esmero, como es; Portugal, Francia y buena parte de países Centro-Sudamericanos, según circunstancia demostrativa que determina la historia.

Dicho toro ibérico, se sigue preservando por su condición de animal acometedor para que su destino sea celebrar fiestas taurinas que, con el transcurrir del tiempo, su ferocidad y prototipo se ha seleccionado progresivamente desde hace varios siglos para desembocar su utilización en corridas de toros ya reglamentadas. Pero nunca olvidar, que es una fiera muy contundente y peligrosa, pudiendo atacar a cualquier cosa, y en cualquier sitio, aún más, cuando es hostigada.

Por tales razones el toreo estriba y sigue su curso, porque siempre han existido y siguen existiendo personas capaces de enfrentarse a la realidad de su fiereza dentro de unos parámetros de valores éticos y estéticos, como son los toreros, quienes con su valor y arte lo han convertido todo ello en un ritual ceremonioso lleno de majestuosidad y belleza, sin descuidar el riesgo real que conlleva estos animales.

Según razonamientos de grandes científicos aluden que, los seres humanos están capacitados y sobrados de inteligencia para enfrentarse mutuamente con el toro, como así lo justifica la aceptación de miles de personas a lo largo de cientos de años.

Esta es la veracidad y el origen principal por lo que se inició este espectáculo fascinante, en el que se engrosa un compendio de sensaciones artísticas continuadas, que han aceptado y dignificado grandes intelectuales de todo género de culturas para que su defensa sea de forma libre y democrática, tanto españoles como extranjeros.

No cabe duda que el mundo taurino constituye un concepto de crisol cultural. Por eso, cuando se dirige una mirada al interior del toreo y a la autenticidad de su huella, se comprueba como rebasa artísticamente a la propia diversión publica, adentrándose en el alma de las costumbres ibéricas.

El toreo hay que catalogarlo como un arte sublime, impetuoso, con raíces españoles para todo el universo, características propias que les hacen muy diferente a las demás artes. Tiene tanta fuerza expresiva que se conjuga la del propio artista con la ferocidad del toro. Una artesanía sin límites que no se puede rectificar. En el toreo el error se paga con sangre, no vale equivocarse.

La tauromaquia continuará adelante, con sus males internos y externos. Verdaderamente los dos hacen daño, pero los que son atacados desde fuera, quizá sea el daño más grave, este mal último es solamente modas esporádicas, posiblemente con dudosas financiaciones, algún día perderán la batalla los encargados de destruir costumbres antiguas, como muchas ocasiones lo intentaron y no pudieron.

La Fiesta taurina tiene que seguir sus cauces por el camino de la verdad, a costa de triunfos o desgracias. Esta es la verdadera grandeza del toreo, no cabe otra respuesta.

jueves, 10 de julio de 2025

EL TOREO COMO ESPECTACULO



Manuel Gutiérrez Troya
08/jul/25 - 09:59
“Un toro para cada torero”, o “cada torero tiene su toro”.

PRIMERO: “Un toro para cada torero”. - Es volver a los tiempos del cordobés Rafael Guerra Bejarano “Guerrita”, cuando todavía no existía el ritual sorteo de las reses para las corridas. Fue el insigne estoqueador vascuence don Luís Mazzantini y Eguía, el que lo impuso en San Sebastián el día 15 de agosto de 1898. 


Hasta entonces eran los ganaderos quienes decidían la salida y lidia de sus toros para favorecer a los toreros preferidos o creían mejores del momento, en este caso era la época de más esplendor del cordobés “Guerrita”, destinándoles probablemente los animales más boyantes, según historial genealógica y limpia reata. Como quiera que dicho “Guerrita”, actuaba siempre en segundo lugar de la terna, el ganadero le reservaba el escogido quinto toro, que a su juicio pudiera ser el mejor en embestir o juego. Por lo que taurinamente se decía; “no hay quinto malo”.

A veces este animal daba el resultado positivo, digo a veces, porque ni el mismo ganadero podía saber exactamente lo que el toro llevaba dentro, tan solo alguna pequeña certidumbre por conocer su origen, ascendencia o el comportamiento que hubiesen tenido en los ruedos sus anteriores hermanos de sangre.

SEGUNDO: “Cada torero tiene su toro”. - En ello hay muy dispares diferencias, por existir toreros que torean con y para el toro, ateniéndose a las condiciones que el animal presente. Hay otros que lo hacen para sí mismo, gustándose, recreándose. Y otros muchos, lo verifican solo para el público y masas menos entendidos, lo que también conlleva sus variantes.

Veamos, cuando a un toro se le practica una faena a tenor de sus condiciones, esto le gusta y entusiasma al aficionado más entendido pues, aunque no brille la estética, brillará el oficio, la maestría y también la inteligencia. Si se torea para sí, el torero ensimismado está creando un arte de tal sentimiento e inspiración que él mismo disfruta, subyugando al espectador. Ahora bien, los que están toreando para cara al graderío, el arte puede pasar de un toreo artificioso como bullanguero. 

Hay toreros pícaros que lo hacen a base de triquiñuelas donde reina un efectismo y primando una simpatía de esos valores puramente ortodoxos, tal es así, que en vez de torear para el respetable, están toreando a dicho respetable para mendigar el aplauso, con un inoportuno desplante o adorno, o un “va por ustedes”, o “vamos a verlo”, o un etcétera de añagazas que reclaman buscando el beneplácito de los tendidos provocando la concesión de trofeos, comunicándose con ellos a base de gestos y jaleando frases, cada cual con la personalidad que le caracterice y como lidiador se acuse. Juan Belmonte decía: “cada uno, torea como se es”.

También existen públicos que, con el ardor y entusiasmo a favor de su torero predilecto, si a este no le acompaña la suerte en una corrida, hacen sentirse bastante defraudados. Estos seguidores esperan siempre el triunfo de su ídolo para satisfacer la ansiedad. Porque ellos, como tales, tendrán la mente siempre puesta en el triunfo de su diestro preferido. 

En el caso que todo salga bien y una tarde triunfal por su actuación, sus incondicionales se sentirán satisfechos manifestándose con júbilos y alegrías; ¡Eres el mejor¡¡Eres el más grande¡¡Eres tal… ¡



jueves, 19 de junio de 2025

EN EL SIGLO XVII SURGE EL TOREO A PIE por Manuel Gutiérrez Troya

EN EL SIGLO XVII SURGE EL TOREO A PIE 

Manuel Gutiérrez Troya
16/jun/25 - 09:49
Actualizado: 16/jun/25 - 09:49

En la Edad Media ya se celebraban fiestas de toros, pero estas no se parecían en nada a los festejos actuales. Desde sus inicios hasta finales del siglo XVI y principios del XVII, la tauromaquia giraba alrededor de dos versiones: la caballeresca y la popular.

La caballeresca: estribaba en una corrida con alanceadores montados a caballo. Su práctica era en una plaza pública, organizada por la sociedad poderosa y amparada por el poder monárquico como un espectáculo orientado a festividades solemnes, en la que el jinete noble ante los públicos hacía gala de su mesurado arrojo y liberalismo en el enfrentamiento con el toro, para después matarlo mediante suertes con lanza o rejón.La popular: consistía en correr los toros por las calles de la población a cuerpo limpio, o bien con capas y lienzos para conducirlos a las plazas públicas, donde grupos de mozos los esperaban sorteando al animal con suertes de forma improvisadas y después finiquitarlo de la manera que pudiesen, para sus diversiones y regocijos. 

Tradicionalmente todavía existen lugares y comarcas de correr toros (encierros) por el público en general, dándoles muerte posteriormente a estoque en las plazas una vez lidiados por diestros profesionales, previamente contratados y anunciados para el festejo. Todo ya reglamentado. 

Pero es en el siglo XVII, cuando se produce la gran transformación de la fiesta taurina, apareciendo el primer hombre matador de toros a pie que, armado con una espada y un trozo de tela, liquidaba a la res después de haberle realizado una corta lidia. 

La lidia y muerte del toro en la fiesta popular, la remuneración para los toreadores estaba prohibida desde el siglo XIII por el reinado de Alfonso X. 

Después de cuatros siglos, es decir; a partir del referenciado siglo XVII, se abrió paso por decadencia del toreo caballeresco que iba perdiendo notablemente su interés para el espectador, a un nutrido número de lidiadores entrenados en los mataderos públicos existentes en ciudades y poblaciones de más intensa vida taurina, como eran en este caso las provincias de Cádiz, Sevilla y algo menos en Córdoba.Paralelamente por aquel tiempo iban surgiendo los picadores de toros, llamados a su vez garrochistas o varilargueros, nombre que tomaron por un nuevo instrumento de defensa, la vara larga, muy semejante a la que utilizaban los mayorales y vaqueros en las dehesas para conducir el ganado. Dicha vara larga empleada por los varilargueros desde el caballo, se le unió a un extremo una especie de rejón punzante de hierro, sin control en la medida (hoy la reglamentada puya de picar), sirviéndole para desangrar en lo posible al toro, restándole fuerza y suavizar el ímpetu de su embestida, al tiempo que los incipientes toreros capeaban al animal con la finalidad de darle muerte a espada.

Iniciado el Siglo de Las Luces, a lo que es igual, el siglo XVIII, los lacayos que auxiliaban a los caballistas alanceadores y también a los avezados lidiadores de a pie salidos de los mencionados mataderos, se hicieron cada vez más interesantes en las corridas populares, mientras nobleza y monarquía fueron poco a poco abandonando las caballerescas como antes hemos dicho, transición de la que van aumentando consideradamente las corridas modernas entre los años 1740-1750, tiempo aquel, cuando el matador de origen plebeyo, se erige en principal protagonista del nuevo espectáculo, percibiendo una elevada cantidad de dinero por responsabilizarse en lidiar y matar al toro. Varilargueros (picadores) y auxiliadores (banderilleros), quedaron adscritos como cuadrilla al servicio del matador, asumiendo este la responsabilidad máxima de aniquilar la fiera, colofón de la solemnidad dramática del rito ceremonioso de la lidia. 

“Metido en el centro de la cara del toro con la muleta en la mano izquierda, más o menos recogida, pero siempre baja y la espada en la otra, cuadrando al animal de frente para meterle a su tiempo el espadazo”, concepto que resumía el famoso “Pepe-Hillo”, por cierto, fue el primer torero que dictó la primera normativa en el año 1796, en la que las reglas hacían referencia de blindarse los lidiadores con engaños por inminente riesgo a una cornada. Pero él tuvo la mala suerte de morir una tarde de 1801 en Madrid, debido a las heridas mortales causadas por el toro “Barbudo”, del ganadero Rodríguez Sanjuán, precisamente en el momento de meterle la espada. Terminó con el toro agresor el rondeño José Romero, compañero de terna.

sábado, 8 de marzo de 2025

Olivenza y Murteira Grave próximamente

La Peña Taurina de Cártama viajará próximamente a la ciudad de Olivenza y visitará la ganadería portuguesa de Murteira Grave. 
El fin de semana del 28 al 30 de Marzo tenemos previsto una salida muy esperada todos los años, viajar a una ciudad en visita cultural y seguidamente visitar una ganadería de bravo cercana a dicha ciudad. Este año 2025 hemos decidido hacerlo a la bonita ciudad de Olivenza  en tierras extremeñas. Llegaremos el viernes 28 Marzo cuyo día aprovecharemos para visitar esta bonita localidad. El Sábado 29 tenemos previsto desplazarnos a la vecina Portugal para visitar la prestigiosa ganadería de Murteira Grave, donde veremos su camada de toros, vacas, sementales...etc, también disfrutaremos de su gastronomía en la finca.
Unas 126 personas entre socios y acompañantes de esta peña componen esta expedición que regresará el Domingo 30 Marzo. Deseamos que todos disfruten y lo pasen muy bien que para ello trabaja la directiva de la peña.

sábado, 8 de febrero de 2025

LOS TOROS Y EL FLAMENCO

Los toros y el flamenco
MANUEL GUTIÉRREZ TROYA
05/feb/25 - 10:43
Actualizado: 05/feb/25 - 10:57
Numerosos tratadistas han analizado y aceptado una equiparación común entre los cosos y los tablaos. Los dos recintos son la unión de emociones y sentimientos donde la fiesta de los toros y el flamenco se reflejan en dos culturas de siglos, así como todo tipo de manifestaciones artísticas y artesanales. Igualmente, el flamenco y los toros, aparte de ser arte, cultura y sentimiento, también son diversión.

Esta relación, ambos filiales entre sí, son fuentes sólidas que se mueven principalmente dentro de las fiestas populares. Hay muchísimas más artes equivalentes en nuestras culturas y costumbres, pero con quien está más vinculada la fiesta taurina, sin lugar a duda es con el flamenco, su hermano del alma. Es sabido y notorio, que los toros han inspirado a muchísimos artistas de todo el mundo en sus diferentes campos del arte, pero con el flamenco, ninguno.

En ello podemos comprobar que existen abundantes y magníficas letrillas que hacen alusión a este binomio como, por ejemplo: “Los toros y el cante son/ dos hermanitos gemelos/ su pare se llama el arte/ y su mare el sentimiento”.

El ilustre escritor madrileño Agustín Durán Muñoz, alude todo ello a una raíz única, la admiración por lo árabe, equiparando por un interesante estudio a varios toreros con cantaores flamencos, siendo los casos de; a Pedro Romero con Paco Ortega “El Fillo”, a Francisco Montes “Paquiro” con Silverio Franconetti, a Rafael Gómez “El Gallo” con Manuel Torre, a José Gómez “Joselito” con Antonio Chacón, a Juan Belmonte con Enrique Jiménez “El Mellizo”.

En la temática taurina encontramos cientos de letras en la copla flamenca, si bien son muy pocas aportaciones en el cante jondo. José Carlos de Luna, flamencólogo y buen conocedor del tema, es categórico en este sentido; letras de arte mayor pocas, tonás apenas existen, lo único que nos encontramos algunas son con las soleares. Valga como prueba de ello estos tres fragmentos de sendas piezas diferentes, en los que la mujer está también presente: “Como los toritos bravos/ tiene mi niña el arranque/ solo se acuerda de mi/ cuando me tiene delante” …, “De un toro y una mujer/ yo me he visto perseguío/ del toro pude librarme/ de la mujer no he podío” …, “A los árboles blandeo/ a un toro bravo lo amanso/ y a ti, serrana, no pueo”.

En las postrimerías del siglo XVIII, al célebre torero utrerano Curro Guillen, le cantaban una coplilla muy bien aceptada que decía: “Bien se puede decir que ha visto/ lo que en el mundo hay que ver/ el que ha visto matar toros/ al señorito Curro Guillen”.

La copla flamenca siempre ha creado y ha aportado obras literarias de todos los géneros, pero muchísimo más ha sido con la fiesta de los toros, entre ellas la popular malagueña: “El llanto por Ignacio Sánchez Mejías”, del inmortal poeta granadino Federico García Lorca, o como también otra de Lorca que en este momento me viene a la memoria, en la que dice: “Cuando salga el toro negro/ que a mí no me lo quite nadie/ que estoy citado hoy con él/ a las cinco en punto de la tarde”.

Sin duda alguna, las bulerías, tangos, tanguillos, cantiñas, romeras, alegrías, fandangos, caracoles, y muy especialmente las sevillanas, son las que se han hecho más populares en la tauromaquia. 

Los gaditanos y críticos del flamenco José Blas Vega y Fernando Quiñones, refiriéndose ambos al respecto, el nutridísimo acervo de sevillanas o antiguas seguidillas de Sevilla, ya cultivadas por el dramaturgo Félix Lope de Vega, nos demuestra muy abundante el cante flamenco sobre el arte taurino desde el siglo XVIII, especialmente entre las décadas de los años 1880 a 1920.


MANUEL GUTIÉRREZ TROYA
Mi pasión

EL ACOSO Y DERRIVO DE LAS RESES BRAVAS, por Manuel Gutiérrez Troya

El acoso y derribo de las reses bravas Manuel Gutiérrez Troya 29/jul/25  El acoso y derribo de las reses es un ejercicio que nació en la Baj...