viernes, 3 de enero de 2025

"Los Toreros de Plata" por Manuel Gutiérrez Troya, articulista y colaborador de El Diario de Madrid


Los toreros de plata

MANUEL GUTIÉRREZ TROYA
03/ene/25 - 10:20
Actualizado: 03/ene/25 - 10:34
Dentro de la profesión torera, en su mismo fondo late la anhelada y recordada renuncia que un día hizo un torero que soñaba glorias junto a su espada y muleta. Un matador de toros a quien los contratiempos le hizo declinar y hubo de cambiar su estoque por las banderillas, con una resignación que solo es dada a ciertos hombres escogidos.

Nadie como estos personajes, muchos de ellos veteranos en el ejercicio de su profesión, han llegado a adquirir un conocimiento tan sobrado referente al estudio de los toros, que en cada instante observan y estudian las reacciones del variado comportamiento que acusan los animales desde que estos saltan a la arena que, con todo honor, muchas veces son los grandes consejeros de su jefe.

Su imagen, ya supo de triunfos y fracasos, de aplausos y broncas, de trofeos y silencios. También saben de lo que es sufrir grandes volteretas y graves cornadas. Su oficio y experiencia han hecho de este subalterno ser un magnífico profesional, así como un experto sociólogo de la lidia. Nunca dudará que, para mantenerse en el escalafón de matador de toros, ha de competir continuamente con sus compañeros de terna e intentar ganarles la pelea, todo ello trae consigo un riesgo permanente, muy diferente al de banderillero, aunque también estos pudieran sentir celos en sí mismo.

Al banderillero le embarga la nostalgia de lo que fue anteriormente, nunca lo olvidará. Su afición y dignidad profesional les seguirán haciendo feliz al reencontrarse otra vez de nuevo tan cerca del toro, que le compensará la frustración de haber querido ser siempre matador de toros.

No cabe dudas que todos quieren hacerlo lo mejor que saben para llegar lejos en su nueva andadura taurina, cosa que les estimulan.

Pero ser espada, lleva emparejado el peso y responsabilidad de una buena o mala lidia, en tanto el banderillero, actúa más en equipo y en cuadrilla para un lidiar al gusto y norma de su jefe, ya que el triunfo estará compartido.

Los hombres de plata cuando están frente al toro, sienten tanto su profesión que no se cambiarían por nadie, aunque su misión sea bien distinta a la de matador de toros. Su responsabilidad está más ausente de los tendidos, engendran en su interior tal pundonor profesional que les hacen competir y superarse cada tarde. Pues si dejaron de ser matadores, como otros que no llegaron, lo que más les importan es seguir siendo toreros, vestirse de luces, hacer el paseíllo, cosechar aplausos y dar la vuelta al ruedo acompañando los trofeos que les han sido otorgados y luzca su jefe, porque esos trofeos y esos triunfos también pertenecen a ellos.

En las últimas décadas estamos observando destacados y jóvenes banderilleros, algunos de estos formados en las Escuelas Taurinas, quienes están cosechando triunfos individuales y nombre, haciendo que el público y críticos taurinos se fijen en ellos, por lo que se dice o escriben: “magnífico el peón tal, que ha banderilleado al toro muy bien y con la brega excelente”.

En todas épocas han existido grandes banderilleros, por ejemplo: El valenciano Blanquet, que enriqueció las cuadrillas de Machaquito, Joselito y Sánchez Mejías. El madrileño Magritas, que toreó a las órdenes del citado Joselito, Márquez, Chicuelo y Cagancho. Los cordobeses Cerrajillas y Conejito que engrandecieron la cuadrilla de Bocanegra. Otro valenciano Alfredo David, que dio prestigio a las filas de Algabeño, Marcial Lalanda y Domingo Ortega. Los también valencianos Paco Honrubia y el infortunado Manolo Montoliu, ambos estuvieron a las órdenes de prestigiosos matadores de toros. Y así un sin fin de honorables hombres de plata, como los granadinos Bojilla y Montenegro, los sevillanos Tito de San Bernardo, El Vito, Luís González, Luque Gago, Chaves Flores, Pichardo, El Ecijano, Rafaelito Torres, Antonio Chacón o Curro Cruz, al igual que los malagueños Pepe y Manolo Ortiz, que tanto acrecentaron “la cuadrilla del arte” junto al madrileño Curro Álvarez.

Y muchos más, importantísimos, nacidos en cualquier lugar de la geografía española, entre otros: Corbelle, Pirri, Montiel, El Jaro, Martín Recio, El Mangui, Yestera, El Boni, Cruz Vélez, Tejero, De la Viña, Carretero, Cubero, Corona, El Chano, Carmelo, Caba, Curro Molina, Trujillo, Mellinas, Punta, Arruga, Sánchez, etc., etc. Sería interminable la lista, tanto anteriores o actuales, todos ellos seguirán enriqueciendo nuestra Fiesta, aunque no hayan podido culminar su carrera como matadores de toros, pero sí lo han hecho y lo siguen haciendo con dignidad y honradez su querida profesión.

Que no les importen la calidad o color del metal de su vestido de torear, porque también son grandes toreros. Mi admiración y respeto a todos ellos.

                                                          


MANUEL GUTIÉRREZ TROYA
Mi pasión

viernes, 22 de noviembre de 2024

"Manolete y González Marín, amigos"

El pasado 15 de Noviembre tuvo lugar en la tenencia de Alcaldía de Cártama Estación, una conferencia organizada por la Peña Taurina de Cártama, ofrecida por D. Paco Laguna biógrafo de Manolete, al cual le estamos eternamente agradecidos. Nos habló de la vida del gran figurón del toreo cordobés Manuel Rodríguez Sánchez "Manolete" y su amistad con el rapsoda cartameño José González Marín. También contamos con la colaboración de nuestro amigo  D. Juan Crisóstomo que nos recitó unos poemas dejando al público asistente que casi completaba el aforo totalmente emocionados.
La artista Maria José Álvarez Riel expuso un cuadro de Manolete a tamaño natural que era un espectáculo. Fue una conferencia muy interesante,  entretenida y con momentos de emoción. 
Agradecer al ayuntamiento de Cártama su colaboración, con la presencia Dª Toñi Sánchez Macias Teniente de alcalde, a los concejales de diferentes partidos políticos de Cártama, profesionales del toro y al público en general. 
Terminamos el acto ofreciendo una copa con algún picoteo que esperamos fuera de vuestro agrado. Gracias a todos!!!!

"Lorca y los toros" por Manuel Gutiérrez Troya, articulista y colaborador de El Diario de Madrid

Creo que los toros es la fiesta más culta que existe hoy en el mundo”. Cuando Federico García Lorca dijo esto, no estaba pensando en la cultura que se aprende en las universidades ni en las bibliotecas, sino en una fiesta popular que está enraizada en el corazón de muchos españoles, hayan estudiado o no.

Federico no era gran aficionado a los toros, ni buen conocedor de los secretos y técnica de la lidia. Sin embargo, como poeta avezado profundamente en la sensibilidad española, sabía captar con la más objetividad de expresión la dimensión de la Tauromaquia.

Tampoco fue asiduo en asistir a las corridas de toros, pero entendía perfectamente las claves simbólicas de la Fiesta, sintiendo la fascinación de la belleza poética del toreo. Con estos pocos antecedentes, cualquier persona debe pensar que, para el poeta, la conclusión parece obvia.

"¿Cómo tuvo de afectarle a Lorca la muerte de su amigo e ilustre matador de toros Ignacio Sánchez Mejías?" Estas mismas palabras le son atribuidas a Marcelle Auclair, la escritora francesa que vivió un apasionante idilio de amor con el malogrado torero.

Consabido es de la amistad que tenía Lorca con Sánchez Mejías, acrecentándola más desde aquellos célebres días sevillanos de 1927, cuando en la finca de Pino Montano, propiedad del diestro, reunió gran parte de la generación del 27, lugar de encuentro donde se renovó y fortaleció la relación sentimental del torero con la elegante bailarina Encarnación López “La Argentinita”.

Demostrado quedaría después el noviazgo, por una carta escrita del poeta granadino remitida a dicha bailarina, fechada en Granada el verano de 1931, en la que se podía leer la siguiente frase, tan amistosa: ¿Qué es de Ignacio? Dele usted un fuerte abrazo de parte mía, espero que me tenga presente en sus oraciones y no me olvide.

Por eso no tuvo más remedio que escribir García Lorca “El Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”, cuando el diestro fue empitonado mortalmente en Manzanares (Ciudad Real) el 11-8-1934, por el toro “granadino” de la ganadería de Ayala.

Después no escribiría la palabra granadino en sus poemas y escritos, probablemente al rechazo del nombre del toro, a pesar de haber nacido en la ciudad de la Alhambra.

Para Lorca, España era el país del duende, de ese milagro que inspira lo mejor de nuestra música, de nuestra danza, de nuestra lírica, de nuestro cante, de nuestro cine, de nuestro teatro, de nuestros toros…

En más de una ocasión dijo: “El torero tiene su órbita, el toro la suya, y entre órbita y órbita hay un punto de peligro, donde en el vértice existe un terrible juego que en tal punto se puede encontrar la muerte”. Son unas palabras sobradas de contenido y pasión.

Toda la sabiduría que desarrolló el poeta sobre el arte y la cultura de los toros, ha sido posteriormente refrendada, nada más y nada menos, por los hermanos Machado, Pedro Salinas, García Posada, Jorge Manrique, Romero de Solís, Andrés Amorós, o el argentino Amadeo J. Soberanas.

No quisiera terminar este sintetizado artículo con cuatro frases de las muchas expresadas por el inmortal García Lorca, aludiendo a nuestra fiesta taurina.

"La muerte de Ignacio es como mi muerte, es el aprendizaje de mi propia muerte. Siento una paz que me asombra. Al final, encuentro un silencio que no es la nada, sino el misterio".

"En España es el único país donde la muerte es el espectáculo nacional, esa muerte toca largos clarines a la llegada de las primaveras. Su arte está siempre regido por un duende agudo que le ha dado su diferencia y su calidad de invención".

"La única cosa seria que queda en el mundo es el toreo. Único espectáculo del universo antiguo en donde se encuentran todas las esencias clásicas de los pueblos más artistas del mundo".

"El toreo es, probablemente, la riqueza poética y vital mayor de España, es el único sitio adonde se va con la seguridad de ver la muerte rodeada de la más deslumbrante belleza".

Cuatro frases salidas de la fuente de un poeta dramaturgo vanguardista como fue Lorca, donde predominan las notas dramáticas, descriptivas y populares, acusando influencias modernistas de concepción surrealista, además con claras ideas renovadoras de exploración y avance.

Queridos/as aficionados, sintamos un poco más la singular y universal fiesta de los toros, con estas palabras tan acertadas que nos dejó en herencia para nuestra cultura y raíces de la Tauromaquia, el recordado y siempre admirado Federico García Lorca…

MANUEL GUTIÉRREZ TROYA
Mi pasión

jueves, 10 de octubre de 2024

LA PENICILINA, EL AMIGO FIEL DE LOS TOREROS. Por Manuel Gutiérrez Troya articulista y colaborador de El Diario de Madrid

El doctor Alexander Fleming, nacido en Darvel (Reino Unido), año 1881, descubrió la penicilina cuando cursaba estudios en la Facultad sobre los mohos de los que estaba investigando y practicando desde el año 1927. Pero no fue hasta el 1945 cuando vio la luz, comenzando a utilizarse como antibiótico y a salvar vidas humanas de tantísima de gente, sobre todo a muchas de toreros por sus graves cogidas, año que le otorgaron el merecidísimo premio Nóbel de Medicina.
Los toreros, años después, le dedicaron una bonita estatua de bronce de gran tamaño, que se encuentra colocada dentro del recinto de la explanada y próximo a la puerta principal de la plaza de toros de Las Ventas de Madrid, con un diestro montera en mano haciéndole un brindis, en honor y agradecimiento a tan ilustre y gran salvador de vidas de personas.
El referido antibiótico pasa de estraperlo a nuestra península a través de la frontera con Gibraltar, este medicamento había que conservarlo en frío y administrarse mediante inyecciones cada tres o cuatro horas con dosis muy bajísimas comparadas a las que se inyectan hoy. Hubo mucha gente que se hizo millonaria negociándolo. Se utilizaba para toda clase de infecciones venéreas como la sífilis o las purgaciones, entre otras muchas más enfermedades infecciosas.
La penicilina, a la que mucha gente llamaba “pilicilina”, se utilizó por primera vez en un torero de Camas (Sevilla) de veinte años, llamado; Julio Pérez Herrera “El Vito". Corría el año 1946, debido a que un toro de don Álvaro Domecq, le infirió una fortísima cornada al joven diestro en la antigua plaza de toros "La Alameda” de Jaén.
Cuando el diestro estaba moribundo dado a la gravedad de la misma, le visitó un sacerdote al hospital para darle la extremaunción y, sirviendo como anécdota, lo miró muy apenado al bien llegado visitante, diciéndole: ¡Padre yo quiero la extremaunción, pero también quiero la penicilina!
Sea por una cosa u otra, el caso fue que el torero salvó la vida, siendo el primer diestro, como antes hemos dicho, sobre el que se experimentó el referido medicamento, además convencido el torero del salvador remedio que tantas veces lo había escuchado con anterioridad.
Llegó un momento en que la fe ciega de la población veneraba al tan queridísimo antibiótico era tal, que se utilizaba prácticamente para todo, tanto si estaba indicado como si no. El descubrimiento del valioso medicamento tan trascendental y valor terapéutico ha dado mucha confianza a tantísimo médico como a sus pacientes, que hoy por hoy es el mejor amigo para un torero, sobre todo bien administrado, por esos grandes doctores a los que debemos estar orgullosos de tenerlos en la mayoría de las enfermerías de las plazas de toros españolas.
Para terminar, contaremos un hecho muy gracioso que ocurrió en la plaza de toros de Baza (Granada), fue en el año 1967, cuando uno de los enanitos del espectáculo tauro-musical, El Bombero Torero, se pinchó con una banderilla en una pierna, por lo que hubo de llevarlo a la enfermería para ser asistido y ponerle la inyección de la antitetánica, estando ya en la misma, solo pedía “pilicilina”, no hubo manera de convencerle que era dos cosas distintas, al final se llevó los tres pinchazos, el de la banderilla, la antitetánica y la de la penicilina.
El ilustre inventor del admirado medicamento murió en Londres en el año 1955, al sufrir un ataque cardiaco.

 


miércoles, 4 de septiembre de 2024

LA GREGORIANA DE LOS PICADORES por Manuel Gutiérrez Troya articulista y colaborador de El Diario de Madrid

En el llamado planeta de los toros, la indumentaria de los picadores es de las cosas que menos han evolucionado desde el siglo XVII. 

Una pieza que se conserva todavía casi intacta es la prenda de cabeza, de nombre “castoreño”, confeccionado de piel del castor, de ahí su nombre, adornado con una gran piña hecha de hilo de color negro y colocada sobre el ala del lado derecho, llamada “cucarda”, uniéndose a un cordón trenzado del mismo material y color para su sujeción.

La chaquetilla, chaleco, camisa, faja y corbatín son prácticamente iguales a las de los toreros de a pie. El calzón es de gamuza, que antiguamente se sujetaba hasta la rodilla, muy similar a la taleguilla de los toreros, después se alargó hasta cerca de los tobillos dejándolo abierto y con botones metálicos.

Los picadores pueden lucir en su vestimenta adornos o bordados de oro como los matadores de toros, por ser el toreo a caballo más antiguo que los mencionados toreros de a pie.

Tal vez, lo que más ha cambiado ha sido la bota derecha de los varilargueros. En un principio se reforzó con una espinillera de hierro templado, de poco peso y consistente, pero fuertemente unida a la pierna. Su inventor fue Gregorio Gallo, de quien toma el nombre de “gregoriana”. Posteriormente se ha ido modificando a la que se le añade una rodillera metálica articulada y flexible para proteger la pierna, que se le une un trozo de metal moldeado hacia arriba, cerca de la ingle, para amparar todo el muslo y no sufrir daño. 

A partir de esta innovación, es cuando comienza a llamarse la “mona”, quedando la “gregoriana” para la pierna izquierda, que también pasaría a llamarse la “monilla”.

La “mona” o antigua “gregoriana”, es muy semejante a una bota, que por la parte inferior es como si se tratara de una caja metálica, la que lleva un grueso refuerzo de hierro como suela, con dos mitades, una delantera y otra trasera, uniéndose estas dos partes mediante una varilla del mismo material que se introduce por unos ojales. Con todas estas piezas se hace muy pesada llevarla puesta, debido a la cantidad de hierros que es confeccionada.

Con todo este peso en sus pies, hacen que los picadores parezcan muy “torpones”, sobre todo andando, pero aún más cuando son derribados de la cabalgadura y tienen que salir rápidamente de la cara del toro para refugiarse en los burladeros o saltar la barrera, haciéndose bastante difícil cuando se presentan estos casos. Hay que tener en cuenta el esfuerzo que les suponen montar a caballo, que al tener que subirse en el equino por el lado izquierdo (que es por donde se tienen que montar), les acarrea una enorme pesadez cuando tienen que pasar la pierna derecha tan acorazada por encima de la silla o montura.

Tradicionalmente, los picadores siempre han sido de fuerte complexión, aunque ya estén apareciendo nuevas generaciones de excelentes profesionales además de cuerpo atlético, lo que les amparan ser más delgados. 

A la verdad, la suerte de picar que realizan estos profesionales, es uno de los tercios más bonitos y necesarios para la lidia, pero sin abusar con la pica y sin dejar que se estrelle el toro contra la auténtica muralla del peto. 

Desde el día 1 de mayo de 1992, el Reglamento Taurino, con nuevas normativas, hizo aliviar algunos defectos para poder dar más protección al caballo, ojalá se sigan adaptando ideas beneficiosas para bien de la Fiesta.


domingo, 25 de agosto de 2024

Los Trofeos ya tienen adjudicatario

LOS MONOSABIOS Y SU HISTORIA por Manuel Gutiérrez Troya articulista taurino y colaborador de El Diario de Madrid


11/jun./24 - 16:02Actualizado: 11/jun./24 - 16:04

Desde el siglo XV, existen durante la lidia de los toros bravos, además de los toreros, picadores y banderilleros, unos personajes llamados auxiliadores, que antiguamente actuaban, tanto en campo abierto como en los cerrados durante el lanceo.

Estos auxiliadores se denominaban en los primeros tratados de la tauromaquia y taurología “churros” o “churrillos”, que por evolución del tiempo se han venido llamando “chulos” o “chulillos”. Todavía se les conocen como chulo de caballos, chulo de banderillas y chulo de toriles.

Pues bien, a partir del siglo XVIII, los chulos de caballos o pajes como también eran llamados, iban vestidos y en la actualidad siguen vistiéndose con blusa roja o azul, cerrada y floja, pantalón igualmente azul y gorrilla roja. A mediados del siglo XIX, acertó a pasar por Madrid un circo con una cuadrilla de monos que actuaban en el teatro Cervantes, ubicado en la calle Alcalá, donde después sería ocupado por el Banco Urquijo. Esta “trouppe” de monos, muy listos y mejor entrenados, que por especial coincidencia en el vestir como los chulos de caballos, el público atribuyó en las plazas de toros el seudónimo de “monosabios”. También hubo un tiempo que se les llamó “pajaritos cardenales”, debido al tono de color de su atuendo de vestir semejante al de los cardenales de la iglesia. 

Dichos “monosabios”, son los únicos personajes, salvo los diestros, pueden pisar el redondel reglamentariamente durante la lidia. Su misión se realiza tanto en la plaza como en los corrales de las caballerizas. Muchas veces se extralimitan auxiliando oficiosamente al picador en la suerte de varas, bien conduciendo los caballos hacia el toro o bien citando a éste con el cuerpo para que se arranque y entre en la suerte, actitud bastante denostada.

Pero también estas personas desarrollan un perfil taurino y humano dentro del ruedo, donde demuestran un tesón y una abnegación que, en más de una ocasión, acuden rápidamente hasta la misma cara del toro para salvar de un derribo o carnada al picador, arriesgando sus propias vidas, y muchas otras, incluso llegan hasta suplir al espada en el quite, cuando por circunstancia de colocación o por mejor resolución se les presenten el caso.

Además de ser un auxiliar del picador en la suerte de varas, como anteriormente se detalla, en muchísimas ocasiones actúan como médicos de urgencia en el ruedo, donde no pueden acceder los servicios sanitarios estando el toro en la arena, y en la mayoría de las veces como unos improvisados camilleros sin camilla.

Tal vez su vestimenta no sea la más vistosa o adecuada como la que lucen los toreros, lo importante es que hagan bien su trabajo de monosabios y menos el de “chulos”. 

Destacaremos que, entre ellos, han salido grandes profesionales del toreo, como fueron los hermanos Basilio y Fausto Barajas, ambos nacidos en Madrid, años 1881 y 1902, respectivamente, uno fue rejoneador y el otro matador de toros. Como también Felipe García, nacido en Getafe (Madrid), año 1909, el que resultaría después ser un magnífico picador.

"Los Toreros de Plata" por Manuel Gutiérrez Troya, articulista y colaborador de El Diario de Madrid

Los toreros de plata MANUEL GUTIÉRREZ TROYA 03/ene/25 - 10:20 Actualizado: 03/ene/25 - 10:34 Dentro de la profesión torera, en su mismo fond...